miércoles, 15 de septiembre de 2010

la violencia engendra violencia


La verdad de la historia no está en los hechos, sino en la interpretación que les damos

El lamentable golpe de estado perpetuado contra Hipólito Yrigoyen en 1930 instaló en nuestra Patria la convicción de que –si las mayorías se apartaban de los deseos conservadores- ellos, no el Pueblo, harían tronar el escarmiento.

Se inician así en la vida política los temores, se desarrollan de ahí en más las advertencias –solapadas y no tanto- proferidas por los sicarios del verdadero Poder.
Pero de los temores, con el golpe de 1955 se llega al terror. Muy diferentes fueron las medidas adoptadas por una dictadura y la otra. Muy diferentes las adhesiones del sector civil: sectores del Radicalismo y del Comunismo apoyaron lo que la historia oficial llama, aún hoy sin sonrojarse, Revolución Libertadora. Da asco. Da vergüenza ajena recordar las pintadas de “Viva el cáncer”, la prohibición de mencionar a Perón, la persecución a las mayorías que los sectores que hasta hoy se autoproclaman “democráticos y buscadores de consensos” nunca pidieron disculpas por propiciar.

La historia nacional siguió avanzando, pero siempre planteando tantas urgencias coyunturales que resultaba difícil interpelar a la dirigencia política por su accionar pasado: todo lo que se les pedía eran definiciones precisas sobre el presente y el futuro.

La dificultosa recuperación de la Democracia en los ´80 abrió tantos desafíos para la política, tantos frentes de combate que, una vez más, hubo que renunciar a revisar el pasado. Alfonsín “no supo, no quiso, o no pudo” contra las Fuerzas Armadas, la Iglesia, la Sociedad Rural, el Grupo Clarín que ya tenía la manija. Difícil que pudiera viniendo de un partido “plagado de caciques pero con pocos indios”. Acerca de esto muchos dijeron que en este país es difícil gobernar sin el apoyo del peronismo. Lo dicen despectivamente, con una especie de resignación que los hace, aún hoy, a los más gorilas buscar una “pata peronista” para sus intentos de acceso al Poder. Lo que no comprenden es que mientras no pidan las disculpas que le deben al Pueblo argentino por esta obstinación en no hacerse cargo de sus historias, el odio y el desprecio con que nos trataron seguirán siendo una herida abierta. Las heridas no cicatrizan por decreto. Ni siquiera por leyes como las de “Obediencia Debida” o “Punto Final”. El punto final podrá ponerlo el Pueblo cuando se considere tenido en cuenta, reparado, restituido, resarcido.

Pero al Pueblo se los sigue ignorando como actor pensante y decisivo. Hay muchos periodistas que no mencionaré porque jamás merecieron respeto intelectual. Si quiero mencionar a los que hoy desilusionan. Lanata cierra un bloque de su programa televisivo exigiendo ponerle fin a los debates que se siguen dando –y a los nuevos que se instalan como la complicidad civil con la última Dictadura- respecto de lo ocurrido desde marzo de 1976. Yo lo recordaba exigiendo explicaciones acerca del manejo de papel prensa. Capaz que ahora cambió de postura porque en realidad lo único que buscaba durante las décadas anteriores fuera instalarse como un interpelador del poder político, y este poder político levantó las banderas que él decía sostener en alto… Quién sabe…

Caparrós, en cambio, dice estar de acuerdo con el fondo, no con las formas. Hasta que no concuerde hasta con las formas, por ende, se opondrá también a la consecución de sus ideales históricos.

Si existiera la posibilidad de que sucediera algo similar a los hechos de 1955, me espanta pensar que tal vez esta gente estaría formando parte de una “Neo-Libertadora”. Otro asco.
Muchos siguen criticando hoy la vehemencia de la Compañera Evita. Diciendo que parecía movida por el odio. Nunca se debatió quienes generaban esa vehemencia y ese odio. Algo así como condenar porque pegó una trompada al pibe que fue bastardeado por años por un compañerito de colegio: el día de la reacción, el violento es él.

Del mismo modo que desde 2003 “los violentos” son Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Para cumplir con este mandato vigente de que “el pasado fue”, puntualizaré la violencia que generan las declaraciones acerca de la salud del ex - presidente Kirchner.

La columna de Morales Solá en La Nación es terrible: este señor no mide con qué tema llevará agua para su molino. Traspasa límites éticos de manera inadmisible. Las reacciones no se hacen esperar: que se haga cargo. Generó una indignación popular nada inocente sosteniendo que detrás de Kirchner no hay un Proyecto Nacional. Nos ningunea como Pueblo anunciando la muerte de una postura político-ideológica que admira y respalda a Kirchner. Pero lo trasciende. Y Morales Solá dudo que sea tan gil como para no saberlo.

Sin embargo, la “violencia” muchos la ven no en esa columna sino en la respuesta a ella que hicieron pública las Madres de Plaza de Mayo. Magdalena Ruiz Guiñazú, por ejemplo. Otra periodista que nombro por habernos querido engañar durante décadas disfrazándose de democrática. Otro asco.

Convoco humildemente al periodismo y a la dirigencia política a estar a la altura de los tiempos. A tomarse un tiempo y revisar el pasado. A prometerse no caer en los mismos errores miserables. No se puede apuntar al provecho personal perjudicando al Pueblo.

Prof.Delia Añón Suárez

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